Por Victoria Padilla
Tengo la fortuna de que, desde muy niña mis padres siempre trataron de inculcarme el conocimiento por las tecnologías de la comunicación y la información, a mis seis años prendí una computadora por primera vez y desde entonces, ahora 23, no he dejado de hacerlo a diario.
Fue en preparatoria la primera vez que yo me acerqué a la ingeniería, entrando a la carrera de mantenimiento en sistemas electrónicos, motivada por la idea que años atrás mi padre me había inculcado, “tienes que aprender computación, eso es el futuro de todo”. Esta idea también me motivó a ser alumna del Instituto Tecnológico de Aguascalientes, entrando a la ingeniería en electrónica, me ilusionaba el hecho de ser la primera mujer ingeniera en la familia, ser un orgullo para mis padres y sobre todo para mi papá, ya que él siempre fue el que impulsó toda esta idea de las “máquinas” en mí.
Desde la preparatoria, llegué a darme cuenta de que tristemente no había tantas mujeres dentro de las aulas, éramos 3 compañeras en el salón de clase y sólo dos maestras ingenieras.
Al llegar al ITA, solo éramos 4 mujeres estudiando la ingeniería y no había ninguna mujer dando temas de ingeniería, esto en 2018, avanzada la carrera tuve una sola maestra que se dedicaba a dar temas de ingeniería, dándome la grata sorpresa de que ella, la Maestra Azuara, fue maestra también de una docente de la preparatoria.
Es muy importante recalcar que durante mi recorrido por todas las áreas que vi de la ingeniería nunca me sentí incapaz de hacer las cosas que me proponía o que mis profesores me decían, cosa que era irónica ya que ellos eran los que nos ponían los peros a mis compañeras y a mí, desde sus comentarios machistas hasta querernos “cuidar” de los voltajes o instrumentación que utilizábamos, estos detalles nunca me detuvieron, honestamente había días que si me entristecía ya que mis mismos compañeros me subestimaban y por roles de géneros era más pesado llevar las tareas y proyectos pero aunque querían recalcar que eso no era mi o para mis compañeras al día de hoy.
Casi graduada de la carrera, pasó por los salones de clase donde están las ingenierías eléctrica y electrónica y me emociona ver que las mujeres son casi la mitad del alumnado de estas carreras.
Estoy en una empresa, donde la mayoría de las personas que trabajamos ahí somos ingenieras, sí, ingenierAs, hay que nombrarnos por lo que somos, no somos “la señorita”, “la niña”, somos las ingenieras que estamos construyendo un camino para que las niñas jamás tengan que escuchar que esto, la ingeniería, las tics o en general, cualquier carrera es de hombres, siendo el ejemplo como yo tuve la fortuna de tener dos enormes ejemplos, la Maestra Azuara y la Maestra Márquez.